2020: Latam registrará su peor recesión en casi 30 años
Latinoamérica será una de las regiones emergentes más afectadas por la crisis
gatillada por el COVID-19. Probablemente, la contracción de la actividad
económica, excluyendo a Venezuela, será mayor a -5,0%. Desafortunadamente,
esto ocurre en un momento en el que la región ya registraba bajas tasas de
crecimiento económico (apenas 1% en el 2019, sin considerar Venezuela).
De hecho, el 2019 fue un año duro para la región, que en el último trimestre vivió fuertes estallidos sociales que afectaron significativamente el crecimiento en varios países (Chile, Ecuador, Colombia y Bolivia). Es en este contexto, de alto descontento social y bajo crecimiento económico, se suma el impacto severo y disruptivo del COVID-19. Este choque va a afectar a las economías de la región desde tres frentes principales.
En primer lugar, Latam es altamente dependiente del comercio
global y de la producción manufacturera de las economías
industrializadas. El drástico retroceso de la actividad económica de los
principales socios de la región reducirá significativamente la demanda de
bienes de exportación latinoamericanos y afectará los precios de los
commodities. De hecho, en promedio, estos representan el 55% de las
exportaciones totales de la región. A esto se suma, la caída en el sector turismo,
que también es una fuente importante de ingresos para Latam.
En segundo lugar, el aislamiento social y otras medidas de
contención paralizarán considerablemente la economía de la región
en el 1S2020. Salvo Brasil y México, la mayoría de los gobiernos de Latam
han optado rápidamente por medidas de cuarentena total y hoy el número de
días promedio transcurridos en cuarentena ascienden a 30, los cuales podrían
extenderse entre una y dos semanas más. Ello con el propósito de evitar una
crisis sanitaria ante la capacidad limitada de los sistemas de salud pública en
casi todos los países.
Además, posteriores restricciones sobre la operatividad de diversos
sectores postergarán la total recuperación económica más allá del
2S2020. Una vez finalizadas las cuarentenas, es probable que se mantengan
algunas limitaciones sobre la operatividad en actividades relacionadas con el
comercio y los servicios (que equivalen a 53% del PBI de la región).
Tercero, los gobiernos ya han implementado paquetes de estímulo
de carácter fiscal y de inyección de liquidez para atenuar el impacto
del COVID-19. Sin embargo, estos paquetes son heterogéneos y podrían ser
modestos en países con altos desbalances fiscales (por ejemplo, Argentina y
Bolivia).
Además, dichos paquetes no generarán el impacto esperado en la población más vulnerable. Así, es probable que las disposiciones para dar soporte a las familias (transferencias directas, beneficios de seguro social o subsidios a la planilla) y a las empresas (facilidades crediticias) pierdan efectividad como consecuencia de los altos niveles de informalidad y del bajo nivel de bancarización (por debajo del 50% en algunos países). Dada esta alta vulnerabilidad en el empleo e ingresos de las familias, una extensión de la cuarentena podría tener efectos muy severos.
Así, la región enfrentará un desafío sin precedentes. La profunda
recesión global, las drásticas medidas restrictivas y los factores estructurales
jugarán en contra. Esto significará la peor recesión de la región no vista en 30
años. En este contexto, existe el riesgo de que esta crisis traiga consigo un
cambio profundo en la estructura económica y los motores de crecimiento que
han impulsado a la región durante estos años.