La crisis económica global gatillada por el COVID-19 será la más
severa en 75 años. Ello como consecuencia de las crisis sanitarias que
enfrentan los países en todo el mundo y las fuertes medidas restrictivas que
aplican los gobiernos para frenar la pandemia. En comparación con anteriores
crisis, esta recesión será sincronizada en la mayoría de las economías, sin
distinguir entre desarrolladas y emergentes, lo cual marcará una diferencia
relevante respecto a recesiones previas.
Uno de los principales dilemas (económicos) en esta crisis es que las medidas restrictivas (aislamiento social) afectan en simultáneo tanto la oferta de una diversidad de sectores (interrupción en cadenas logísticas y producción) como la demanda agregada (de consumidores y de insumos de empresas). Esta combinación de efectos se traduce, por un lado, en un deterioro de las expectativas de crecimiento –que retrasa aún más las decisiones de inversión– y, por otro, en una fuerte pérdida de empleos.
El país que más incertidumbre genera en medio de esta crisis es
EEUU, que representa el 25% de la economía global y que hoy en día
es el núcleo de la pandemia. Más aún, la gravedad de la crisis COVID-19 en
este país ha alcanzado niveles críticos no previstos, y a la fecha tiene cerca de
580 mil infectados y más de 23 mil fallecidos.
Los signos de deterioro económico que ya se ven en la primera
economía del mundo son significativos. De hecho, el desempleo en
EEUU habría subido hasta 10 puntos porcentuales, su nivel máximo histórico y,
según una calificadora de riesgo, al menos el 25% de la economía estaría
paralizada ante las drásticas medidas restrictivas que han comenzado a tomar
las principales ciudades del país. Por ello, es probable que la actividad se
contraiga más de 4,0% este año.
Así, los estimados de crecimiento del mundo han sido revisados a la baja y hoy se espera que la economía global se contraiga casi 3% en el 2020, lo que representa un severo deterioro frente al crecimiento del 2019 y lo que se esperaba a inicios de este año (crecimiento cercano a 3% en ambos casos). Además, en marzo, las órdenes de compra a nivel global –tanto para servicios como manufactura– registraron sus peores caídas desde que se tiene registro, y los indicadores de frecuencia diaria muestran que sectores como entretenimiento y turismo han colapsado.
Lo más probable es que, una vez alcanzado el pico de contagios en la
mayoría de las economías del mundo, el retorno a la normalidad
operativa sea muy gradual. Esto debido a que, por un lado, los
presupuestos de las empresas y de las familias seguirán bastante ajustados, y
por el otro, a que se espera un fuerte cambio en los hábitos de consumo para
reducir el riesgo de contagio.
El fuerte deterioro del mundo tendrá efectos muy negativos sobre la economía peruana. De hecho, se espera que el volumen y precio de las exportaciones en el 2020 registren caídas importantes (alrededor de 14% y 6%, respectivamente), lo que le restará al menos tres puntos porcentuales de crecimiento al país respecto de la tasa del 2019.
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