Entrevista en Desde Adentro, Revista de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía
¿Según sus estimaciones, cómo cerró en cifras el sector minero energético (minería, electricidad e hidrocarburos) en el 2024? ¿Qué factores incidieron en su evolución?
Según las estimaciones de APOYO Consultoría, la producción minera creció cerca de 2% respecto al 2023, dado que no hubo nuevas minas que iniciaron operaciones o ampliaron su capacidad de planta en 2024. El principal impulso provino de la producción de molibdeno, debido en gran parte al primer año completo de operación comercial de la planta de Quellaveco. A esto se le sumaron algunos resultados favorables en metales preciosos, explicados por los muy buenos precios que se registraron este año, y a la maduración de algunas inversiones relativamente pequeñas, como Yumpag en Uchucchacua, Lagunas Norte con la compra de Boroo y Yanacocha, entre otras.
En el caso de hidrocarburos, la producción también habría crecido alrededor de 2% liderada por el subsector petrolero, que se recuperó principalmente por el buen desempeño del Lote 95, en Loreto. La producción de líquidos de gas natural también retomó impulso, luego de cuatro años consecutivos de caída. Finalmente, la producción de gas natural tuvo un ligero ajuste, debido a una menor demanda del sector eléctrico con relación al 2023, año en el que el fenómeno El Niño provocó duras sequías en el sur, limitando la producción hidroeléctrica.
En cuanto a la demanda eléctrica, se mantuvo alineada al crecimiento del PBI, con un aumento de alrededor del 3% respecto del 2023. Se notó una mayor demanda de clientes libres vinculados a la manufactura y a la construcción, sectores que venían muy golpeados de años previos.
¿Cómo las grandes inversiones influyeron en el crecimiento de estos sectores?
Los resultados de la producción de estos sectores en el 2024 reflejan la priorización de los flujos de inversión en la sostenibilidad y optimización de los niveles de producción de sus operaciones actuales. Es decir, el 2024 no fue un año récord de grandes inversiones en el sector minero energético, pero sí vale la pena destacar que lo recordaremos como un año clave para encaminar algunos proyectos importantes que permitirán un nuevo impulso al sector en el mediano plazo.
En este sentido, proyectos como Tía María o Zafranal ganaron una tracción importante durante 2024 y ambos se perfilan como parte del inicio de un nuevo ciclo de inversión minera. En hidrocarburos, las adjudicaciones de los lotes X a OIG y del 192 a Altamesa han mejorado las perspectivas de inversión y producción petrolera en el corto y mediano plazo.
En cuanto al desarrollo del gas natural, se han planteado algunas iniciativas interesantes como TGP Extensión Sur o el proyecto de Cálidda en las regiones del sureste del país. Sin embargo, ambos proyectos todavía requieren que el Estado los evalúe seriamente, lo cual puede tomar más tiempo que el que se desearía desde el sector privado.
En electricidad, los proyectos de generación de energías renovables continúan muy dinámicos, al igual que los proyectos de transmisión eléctrica, cuyas adjudicaciones, en la mayoría de los casos, se han dado en los tiempos programados.
¿Cuánto ha golpeado las economías ilegales a la actividad minero energética?
Desafortunadamente, han tenido un impacto muy negativo sobre el sector. Se ha hecho evidente a través de los numerosos atentados sufridos en las operaciones de Minera Poderosa en la sierra norte del país. Esta empresa minera fue la principal productora de oro en el 2022 y no pudo mantener esa posición de liderazgo debió a esta situación. Otras minas cercanas como Shahuindo o Retamas también han sufrido ataques que han limitado su capacidad de producción en el 2024. Aunque las cifras nacionales de producción de oro y plata muestran resultados positivos, el incremento de las economías ilegales impidió que dichos resultados fueron mejores.
La falta de combate y control de las economías ilegales y de las economías informales influyen en las decisiones de inversión de las empresas mineras formales en el mediano y largo plazo.
¿Qué perspectivas tiene para el sector minero energético en el 2025 en crecimiento e inversiones y considerando que es un año previo a las elecciones generales?
El 2025 se ve como un año en que continuarán madurando algunas inversiones encaminadas en términos de estudios y permisos aprobados o con financiamiento más avanzado. Específicamente, en el caso del sector minero esperamos que se concreten inversiones por US$ 5,500 millones en el 2025, 13.5% más que en el 2024, sostenidas por proyectos de mantenimiento, optimización y extensión de vida útil; así como por la construcción de nuevas minas y ampliaciones de minas en operación.
Aunque la exploración minera está mejorando, aún está lejos de los flujos requeridos para que el Perú destaque en el largo plazo. En este sentido, las elecciones generales podrían condicionar el ritmo de aceleración del nuevo ciclo minero (lo que repercute en las inversiones en el sector energético, sin duda) en la medida en que nos acerquemos hacia finales del 2025 y persista una alta incertidumbre o candidatos radicales con posturas anti mercado o sin respeto a la institucionalidad democrática se perfilen como favoritos. En el caso del sector hidrocarburos, la crítica situación de Petroperú y la falta de claridad de una estrategia sensata sobre lo que debe hacerse con esta empresa condiciona mejores perspectivas en 2025.
¿Qué se vislumbra respecto de la influencia de la conflictividad social en el crecimiento de los sectores?
La conflictividad social vinculada con las operaciones o proyectos mineros formales ha permanecido bastante limitada durante el año que pasó y esperamos que en el 2025 pueda mantenerse controlada. En gran parte, esto se ha debido a la intensiva labor de las empresas en su relacionamiento con las comunidades, aunque también ayudó que desde que Pedro Castillo dejó la Presidencia de la República, el mismo Estado dejara de boicotear las iniciativas que habían sido favorables para el desarrollo del sector.
