En abril, el Índice de Confianza del Consumidor para Lima Metropolitana de APOYO Consultoría e IPSOS (Indicca) se ubicó en 45 puntos. Este resultado, similar a los observados durante el primer trimestre, sugiere que la confianza de los consumidores limeños se está estabilizando en un nivel que es el más alto de los últimos cuatro años, pero que aún está por debajo de los niveles prepandemia.
Existen cuatro dinámicas clave en la economía que explican la estabilización de la confianza del consumidor. En primer lugar, durante el primer trimestre se observó una recuperación gradual de la actividad económica, tras un año de recesión. Indicadores como la recaudación del Impuesto General a las Ventas (IGV) por ventas locales muestran señales de mejora. De hecho, estimamos que el PBI creció 1,8% en el primer trimestre de este año, en comparación con el mismo período del año anterior, marcando la primera tasa positiva desde 2022. Como resultado, el porcentaje de consumidores que percibe una mejora en su situación económica actual se ha estabilizado en un nivel superior al observado en los últimos cuatro años (ver gráfico inferior).
En segundo lugar, el mercado laboral formal está mostrando algunas señales de mejora. Indicadores que reflejan la evolución de la masa salarial en este segmento -como las contribuciones a Essalud y la recaudación del impuesto a la renta de quinta categoría- han registrado un crecimiento moderado durante el primer trimestre. Esta recuperación se debe principalmente al aumento de salarios en el sector público. Sin embargo, el empleo formal privado no agrícola, que es el más relevante para analizar la dinámica laboral en Lima Metropolitana, ha mantenido un crecimiento constante de alrededor de 3,5% desde noviembre del año pasado, después de un periodo de desaceleración. El crecimiento del empleo ha sido percibido de manera más notoria en los segmentos socioeconómicos (SSE) AB, mientras que en los CDE la facilidad para encontrar empleo parece estar más rezagada (ver gráfico inferior).
En cuarto lugar, pese al aumento inusual de la temperatura, no se materializaron los riesgos climáticos más adversos relacionados con un FEN de intensidad fuerte durante el verano de este año. Debido a eso, la proporción de consumidores que son optimistas respecto de su situación económica futura se ha mantenido relativamente estable en máximos de cuatro años, aunque también con diferencias entre niveles socioeconómicos. El cambio en expectativas parece haber sido más marcado en los SSE más bajos (DE), probablemente porque son los más vulnerables a 2024.
En resumen, la confianza de los consumidores parece haberse estabilizado al inicio del segundo trimestre, tras registrar una mejora significativa en el trimestre anterior. Esto se explica por una percepción generalmente positiva de la economía y el mercado laboral, que ha sido moderadamente contrarrestada por ciertas presiones inflacionarias. Asimismo, hay contrastes importantes en cómo se está percibiendo la recuperación según nivel de ingresos. Los consumidores de los SSE AB perciben mejoras más notorias en la facilidad para encontrar empleo, mientras que los de SSE CDE no tanto. Más bien, en estos segmentos de menores ingresos, la recuperación en las expectativas sobre los siguientes doce meses ha sido más marcada. Hacia adelante, para que la confianza del consumidor retome su mejora gradual, será necesario que se consolide la recuperación de la economía, menor inflación y un entorno político más estable el resto del año.
Jefe de investigación
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