La crisis de equidad de género que nos está dejando la pandemia no se va a resolver sola
La recuperación del mercado laboral está dejando rezagadas a las mujeres. El ritmo de recuperación del empleo y los ingresos viene siendo más lento para las mujeres que para los hombres. Al 2T2021, los ingresos laborales totales de las mujeres –la suma de los ingresos de todas las trabajadoras– a nivel nacional aún se encontraban 16% por debajo de su nivel precrisis, mientras que en el caso de los hombres eran solo 10% menores. Esto en un contexto en el que, durante el mismo período, la actividad económica ya se encontraba muy cerca de su nivel prepandemia.
Esta marcada diferencia entre mujeres y hombres se explicaría por dos razones principales.
Primero, las mujeres tienen una mayor participación en la fuerza laboral de los sectores más rezagados en la recuperación económica. Aquellos sectores más golpeados por las restricciones de la pandemia –como hoteles, restaurantes, enseñanza y comercio–, son aquellos en los que las mujeres representan entre el 55% y 75% de la fuerza laboral (ver gráfico inferior). Reflejo de ello, la brecha de género en la participación laboral se ha ampliado. Antes de la pandemia, los hombres tenían alrededor de 34% más probabilidad de trabajar que las mujeres. Ahora, un hombre tiene 39% más probabilidad de trabajar que una mujer.
Segundo, la mayor carga de trabajo en el cuidado del hogar para las mujeres probablemente ha afectado su capacidad de reinsertarse en el mercado laboral. Las trabajadoras han sido las más vulnerables durante la crisis económica debido a que estaban empleadas en aquellos sectores más golpeados por la pandemia. Esto probablemente las forzó –en mayor medida que a los hombres– a reubicarse dentro del mercado laboral en empleos para los que están menos capacitadas y, por tanto, bajo condiciones menos favorables. Más aún, la carga desproporcional en las tareas del hogar y el cierre de escuelas y centros de cuidado probablemente haya hecho más retadora su capacidad de adaptarse y reubicarse adecuadamente en el mercado laboral. De hecho, hay evidencia de que en el caso de las mujeres la precarización del empleo ha sido más fuerte. La brecha salarial entre mujeres y hombres se ha ampliado enormemente con la pandemia y más aún para las mujeres en hogares con niños en edad escolar. En el 2019, las mujeres ya ganaban en promedio 10% menos que los hombres en hogares sin niños en edad escolar. Con la pandemia, esta brecha se ha ampliado a 16% e incluso llega hasta 34% para las mujeres en hogares con niños en edad escolar (ver gráfico inferior).
Para revertir este retroceso es importante que tanto las empresas como el Estado implementen políticas que faciliten y mejoren la participación de las mujeres en el mercado laboral.
Por el lado de las empresas, para atraer y retener el talento femenino será clave que ofrezcan flexibilidad en el retorno a la presencialidad. Previo a la pandemia, las mujeres ya dedicaban casi el triple de horas a la semana que los hombres al trabajo doméstico no remunerado (ver primer gráfico en la siguiente página). Lo más probable es que la crisis sanitaria haya agravado la desigualdad de género en la distribución de las tareas domésticas y del cuidado de familiares. De hecho, una encuesta de Ipsos realizada durante la primera cuarentena (mar-20) evidenció la diferencia en el uso de tiempo entre hombres y mujeres. Mientras que una mayor cantidad de mujeres afirmó ocupar más tiempo en el cuidado del hogar y la familia, más hombres afirmaron ocupar la mayor parte de su tiempo en actividades personales como ver películas, revisar redes sociales o estudiar (ver gráfico inferior derecho).
En este contexto, el retorno a la presencialidad representa un reto mayor para las mujeres y es por eso que están menos dispuestas a regresar al trabajo presencial1. Por lo tanto, es clave que las empresas consideren estas limitaciones en el retorno a las oficinas y ofrezcan condiciones laborales flexibles para las mujeres.
Adicionalmente, es importante que el Gobierno implemente políticas oportunas que permitan reducir las condiciones desiguales entre hombres y mujeres. Primero, el Gobierno debería asegurar que la recuperación económica sea más generalizada. Ante una eventual tercera ola de COVID-19, se deberían evitar las restricciones operativas muy severas que afectarían la recuperación incipiente de los sectores más intensivos en mano de obra femenina y que no son muy efectivas para el control de contagios. Segundo, para facilitar el regreso a la presencialidad de las mujeres, es importante aliviar la carga del trabajo doméstico. Para ello, es urgente que se reabran los centros educativos en su totalidad y se expanda la oferta de servicios públicos de cuidado, como Cuna Más. De hecho, un análisis realizado por el Observatorio del Contexto Económico en Chile evidenció que el empleo femenino se recuperó más rápido en aquellas regiones donde más escuelas abrieron.
1 Según una encuesta realizada por WFH Research en EEUU, un tercio de las mujeres (con hijos menores de edad) prefieren trabajar de manera remota los 5 días de la semana, porcentaje mayor al de hombres (25%).
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