2S2020: Recuperación lenta y con velocidades diferentes entre sectores y zonas
Durante los últimos tres meses, la recuperación económica global ha sido rápida debido a los procesos de reapertura en la mayoría de los países. Esto y el mayor apetito por riesgo a nivel global han mejorado ligeramente el entorno internacional para el Perú. En julio, los precios de nuestras exportaciones de metales aumentaron cerca de 10% con respecto a similar mes del año pasado y los costos de financiamiento de largo plazo alcanzaron nuevos mínimos históricos.
De manera similar al contexto económico global, la actividad económica local también ha continuado recuperándose entre mayo y julio. Como resultado de la implementación de la segunda fase de reactivación en junio, el PBI aumentó cerca de 20% respecto a mayo. Asimismo, en julio la producción de los sectores primarios y de la industria continuaron recuperándose, en línea con la puesta en marcha de la tercera fase de reactivación. De hecho, según nuestras estimaciones, el PBI primario habría caído solo cerca de 3% en julio con respecto a similar mes del 2019.
Aunque se evidencia un rebote importante en los niveles de actividad económica local entre mayo y julio, este ritmo de mejora se moderará durante los siguientes meses. Ello debido a que la demanda agregada permanecerá débil, principalmente, debido a la postergación de las decisiones de gasto en el sector privado. Además, los anuncios del Mensaje a la Nación de 28 de julio no cambian nuestras proyecciones de gasto público para el 2S2020, por lo que continuamos esperando un impulso del sector público insuficiente para dinamizar la economía este año.
La recuperación de la economía peruana en los siguientes meses, además de ser lenta, tendrá dos características claves. Primero, los sectores extractivos liderarán la “mejora” de la actividad económica, lo que provocará que las cifras del PBI en algunas regiones se eleven más velozmente que en la capital.
Segundo, la escasa contratación de trabajadores en el sector formal impulsará el incremento del empleo informal y generará una fuerte caída en el salario promedio. A su vez, esto provocará que la clase media se contraiga y que los hogares prioricen el gasto esencial, lo que generará dinámicas diferenciadas en algunos mercados vinculados con el consumo.
Así, el Gobierno tiene el reto de compensar la debilidad de la demanda en esta nueva etapa de la crisis y de contener algunos riesgos en el frente político para evitar un mayor deterioro de la confianza del sector privado.
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