La economía crecerá cerca de 10% en el 2021, a pesar de las nuevas restricciones sanitarias
Tras el proceso de reapertura de actividades productivas y levantamiento de restricciones a la movilidad de las personas que se inició en mayo del año pasado, el PBI del Perú casi ha alcanzado su nivel precrisis. De hecho, estimamos que la economía se habría contraído “apenas” 2% en diciembre del 2020, con respecto al mismo mes del año anterior.
Sin embargo, ante el reciente incremento en el número de nuevos casos de COVID-19 y la consecuente presión sobre el sistema de salud, el Gobierno ha decidido reimponer algunas restricciones sanitarias, que se enfocan en la movilidad de las personas y los aforos de los comercios y restaurantes (ver tabla inferior).
Las restricciones que se han aprobado revelan tres cambios importantes en el enfoque del Gobierno para enfrentar la pandemia, con respecto a las medidas que se adoptaron en buena parte del 2020. Primero, las restricciones son distintas por zonas. Segundo, hay una mayor preocupación por el impacto económico de las medidas sanitarias. Tercero, se ha anunciado con qué periodicidad se revisarán estas restricciones y
qué indicadores considerará el Gobierno para decidir si es necesario incrementar o relajar estas medidas.
En APOYO Consultoría consideramos que este cambio en el enfoque
del Gobierno es positivo, porque la evolución de los contagios ha sido muy
distinta por zonas desde que se inició la pandemia y porque la situación
económica de las familias ya se ha deteriorado significativamente (en el
4T2020 los ingresos laborales totales cayeron 23% en Lima Metropolitana, con respecto al mismo periodo del año anterior). No obstante, es importante que la comunicación por parte del Gobierno también mejore.
Así, las medidas vigentes desde el 15 de enero afectarían la actividad
económica en menor magnitud que aquellas que restringieron la actividad productiva el año pasado y tendrán un impacto diferenciado por regiones.
El impacto económico se dará mediante tres canales: la extensión del toque de queda reduce el horario de operación de los negocios, la disminución de los aforos reduce el número de clientes que pueden atenderse en un día, y la inmovilización los días domingo reduce el número de días de venta. A partir de estos tres canales se puede estimar que el impacto negativo de estas medidas sobre las ventas de los comercios y restaurantes podría
ascender a cerca de 17% y 24% respectivamente, a nivel nacional, con respecto a la primera quincena de enero. Esto podría generar una reducción de 2,3 pp en el PBI total durante la vigencia de estas medidas. En otras palabras, si las medidas duran 1 mes, el impacto sobre el PBI anual sería de 0,2 pp.
En la tabla inferior puede observarse como difieren estos impactos entre las regiones, según su nivel de alerta.
Si bien el impacto de las nuevas restricciones sobre las ventas de estos mercados podría ser significativo, a nivel agregado no son lo suficientemente fuertes como para cambiar nuestras perspectivas de crecimiento económico para el año completo. Ello, dado que nuestras proyecciones ya asumían medidas similares a las recientemente anunciadas y porque esperamos que estas restricciones no duren más de 3
meses. Por lo tanto, aún proyectamos que la economía crecería cerca de 10% en el 2021.
No obstante, cabe resaltar qué si la situación sanitaria continúa
empeorando y el Gobierno decide imponer restricciones adicionales
sobre la operatividad de la economía, es muy probable que el crecimiento económico sea menor al esperado. De hecho, un retroceso a la fase 2 (junio del 2020) del proceso de reapertura económica por un período de 3 meses restaría 2 pp al PBI de este año (el PBI crecería 8%). Retroceder a la fase 2 implicaría prohibir la atención presencial en casi todos los comercios y restaurantes, el transporte aéreo de pasajeros (nacional e internacional), las
actividades de turismo y entretenimiento, y el trabajo presencial de diversos servicios prestados a empresas.
En conclusión, el desempeño de la economía peruana en el 2021 aún
estará muy atado a la evolución de la pandemia y a la forma en la que el Gobierno decida lidiar con este problema. Por lo tanto, nos parece que lo más prudente por parte de las empresas sería continuar realizando un monitoreo constante a la situación sanitaria en las regiones en las que operan y utilizar diferentes escenarios al preparar y revisar sus planes estratégicos de corto plazo.